LAS SIGUIENTES LÍNEAS EXPRESAN DE LA MANERA MÁS DESORDENADA MI ESTADO EMOCIONAL. ÚLTIMAMENTE TENGO LA NECESIDAD DE TODO EL TIEMPO ESTAR ANALIZANDO LAS COSAS QUE SUCEDEN, TANTO EN MI CABEZA COMO FUERA DE ELLA Y LLEGO A CONCLUSIONES QUE ME RESULTAN MUY CONFUSAS.
Quiero confesar que no me gustan los viernes, la paso mal, son difíciles. Largos. Pesados. Los viernes es cuando todo
me recuerda que mi vida es diferente y duele. Ya te lo había dicho,
el duelo no es fácil, nunca lo ha sido, y menos cuando no eres parte de la
decisión. Los viernes duelen. Hay presión en el pecho. Un dolor real, nada
imaginario. Los viernes me duelen.
Es entonces cuando empiezo a contemplar a las demás personas, todas
viviendo un dolor y un duelo diferente de la mejor manera que pueden
y empiezo a entender más cosas al toparme con preguntas como “¿Por
qué somos tan así?”, “¿Qué nos pasó?” “¿Dónde quedaron las ganas de
querer?” Y es que sí, ya nadie quiere querer y los que sí quieren, se
topan con la disyuntiva de que la persona a la que empezaron a querer,
no los quiere de vuelta. Nos pasa a todos, nos está pasando ahorita, ¿lo
sientes?
Esa melancolía con la que vivimos todos, que nos lleva a experimentar
una y otra vez acciones o sentimientos del pasado que ahora no
existen, es eso, justo eso, lo que nos impide querer, porque ya una vez
nos lastimaron, porque ya una vez dolió. No, no sólo una vez, no sé
cuántas veces te dolió, te entregaste y no funcionó.
Y es cansado, resulta muy cansado no dejarnos querer por nadie, por
todos y todas a quienes una y otra vez les decimos que no porque no
queremos, porque estamos cómodos solteros, porque estamos mejor
así, porque nada más queremos divertirnos, porque ahorita no estamos
buscando nada serio, etc. Me cansa que a todos nos canse, me cansa que
todos nos vamos, que no nos queremos quedar, ¿cuántas personas más
estamos dispuestos a ver salirse de nuestra vida?
Hasta parece que está de moda ser soltero, que es la mejor opción. Todos
se juntan para separarse después, se juntan para luego alejarse
alegando “diferencias irreconciliables” y vemos eso todos los días, y
nos acostumbramos y nos resulta normal. Lo aceptamos y lo enfrentamos,
pero cuando en la noche estamos acostados en nuestras camas lo único
que queremos es que nos tengan bien agarrados, bien apretados y
no hacemos nada para remediarlo. Y pues ¿para qué? si luchar por
las cosas requiere de un esfuerzo que no estamos dispuestos a tomar
porque es más fácil. Porque intentar arreglar lo que está roto ya no
llama la atención en una época en la que todo es maravillosamente inmediato.
Por lo pronto, yo me miento. Me miento todos los días cuando juego
a que nada de esto me importa. Me mentí cuando dije que estaba bien,
me mentí cuando ese día no di a entender cuán quebrada estaba y me
miento todo el tiempo para protegerme de mí. La verdad, si quieres
leerla, es que lloro cada vez que puedo.
Y tú persona guapa que me lee, cuál es tu verdad?
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